domingo, 19 de septiembre de 2010

Javier llora

Pero eso es bueno.

Hace una semana empezó la guarde y, como ya conté por aquí, no hubo trauma ni lloros. Lo normal en Javier es la falta de la ansiedad por la separación. Yo soy perfectamente consciente de que esto es un síntoma más, pero me esforzaba en ver la parte positiva, incluso como si fuera una especie de mérito nuestro el que no montara un espectáculo cada vez que se quedaba en clase. Pero en realidad me daba envidia cada niño que entre amargos sollozos y lagrimones se agarraba a su padre como una lapa.

Pero este lunes, cuando estaba a punto de entrar en clase, Javier empieza a emitir una especie de quejido que poco a poco se convierte en lloro y, a lagrimones, se pone a pedirme con los ojitos que lo coja en brazos y lo saque de allí. Está mal decirlo, pero no pude evitar una sonrisa de oreja a oreja. Y así ha estado toda la semana cuando lo dejaba en el cole, aunque cada vez parece más acostumbrado y se le pasa antes.

Y esa es la buena noticia de la semana, bueno, eso y que hemos bajado de nuevo el sabrilex de 125-250 a 125-125. Esta debería ser la dosis hasta navidad y antes de quitárselo del todo.

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