miércoles, 2 de noviembre de 2011

Amigos

Prometí que en el siguiente post contaría algo sobre como va Javier, pero creo sólo voy a cumplir mi promesa a medias. Podría comentar cómo parece que se ve algún avance en los fonemas que Javier es capaz de pronunciar y cómo algunas palabras casi se parecen a la real, pero creo que entraré más en detalle otro día. Podría también hablar de la impresión que tengo de que cada vez está más hiperactivo (no menos) y cada vez aguanta menos centrado en hacer algo (no más). Pero hoy voy a hablaros de que sigue sin tener amigos.

Cómo se hace un amigo no es algo que te plantees normalmente, se supone algo natural y sencillo: conoces a alguien, congenias, compartís tiempo juntos y poco más... Pero, como las mayoría de las cosas que parecen evidentes, cuando las ves desde otro punto de vista, se revelan mucho más complicadas. En el caso de los niños todo empieza con la curiosidad de lo que hacen los otros, las ganas de imitarlos o coger sus juguetes. Luego, cuando el niño domina el juego simbólico, empiezan a hacer partícipes a otros niños del juego. Compiten, se pegan, siguen jugando, se invitan al cumpleaños... Es decir, hacer un amigo implica juego simbólico, comunicación, imitación, empatía... como mínimo.

Javier no tiene amigos. Bueno, tampoco es tan grave; su hermana Ana tampoco tiene amigos, por ahora. Pero veo bastante lejos que Javier consiga hacer algún amigo porque apenas ha empezado a desarrollar las habilidades que son necesarias. Además tiene un handicap añadido que es su impulsividad y poco control, que lo vuelve agresivo y hace complicado que un niño aguante el "tirón", nunca mejor dicho.

Yo achaco a la falta de control  que cuando pase un niño a su lado le tire de el pelo, le muerda o le pegue un pellizco. Entiendo que no lo hace conscientemente, bueno, que no es consciente de que hace daño y no se cómo evitarlo. Hasta ahora el risperdal había funcionado muy bien, pero desde final del verano su agresividad ha ido en una escalada ascendente y cada vez es más complicado compartir espacio con otros niños. De manera natural evitamos estar en un parque concurrido por el temor de no poder llegar a tiempo y que el mordisco o el tirón de pelo haga daño de verdad... y eso no hace precisamente fácil que se relacione.

Y luego viene la segunda derivada. La mayoría de nuestros vecinos o compañeros de trabajo acaban teniendo algún tipo de relación con los padres de los amigos de sus hijos. Es una manera de socializar y despejar la mente; ya que tienes que salir a que se desfoguen las pequeños bichos, por lo menos charlas e incluso te tomas una caña. Nosotros lo tenemos complicado. Primero porque estamos empezando a evitar los parques con niños y lugares comunes y, aunque no fuera así, porque no podemos alejarnos más de medio metro de Javier si hay niños de por medio. Así que también estamos de alguna manera empujados a un cierto ostracismo.

En realidad tampoco es tan raro, creo que la mayoría de padres saben que hasta los 2 años más o menos el niño es una prolongación de tu cuerpo que va adquiriendo consciencia y autonomía poco a poco pero que limita mucho tu capacidad de socializar. Pero en el momento más inesperado te ves tranquilamente sentado en un banco, leyendo el periódico mientras echas un vistazo de vez en cuando a la criatura mientras juega con sus amigos... Nosotros nos veremos en ese banco, no lo dudo, pero no estaría mal tener una idea de cuándo.

1 comentario:

  1. Compañero, cuando quieras compartimos parque y banco, con Mario seguro q se lo pasarían bomba.
    Un abrazo,
    C

    ResponderEliminar